A place in the sun 1951 "UN LUGAR EN EL SOL"
LA VANGUARDIA (18-10-1952)
«Un lugar en el sol» No es preciso recordar la anterior versión de «Una tragedia americana», que dirigió Stemberg hace veinte años, ni tan siquiera la novela de Teodoro Dreisser en que se basa «Un lugar en el sol», para llegar a una valoración ajustada de esta última película, Y esto es así porque, entre otras razones, ninguno de los dos recuerdos puede ni debe condicionar juicio alguno. La película, porque ya está muy lejos, alineada junto a muchas otras que el tiempo ha convenido en simples citas, la novela, porque pasó el suceso y la época que labró su fama, y porque «Un lugar en el sol» ha ido a buscar en ella no lo que tiene, o tenia, de contenido social, de «tragedia americana» estricta en la que el protagonista venía a ser el producto y la víctima a la vez de una sociedad, sino lo que tiene simplemente de tragedia, de tragedia universal sin posible calificación en las geogratlas del espirito colectivo. Es decir, el protagonista de la novela de Teodoro Dreisser era la consecuencia de una época: en cambio, el de «Un lugar en el sol» es una creación literaria y cinematográfica libremente inspira. La historia que cuenta esta novísima película norteamericana es en pocas palabras, la de un joven sin raíces morales, impulsivo, de alma confusa y vaga. que, tras abandonarse a una pasión fácil y vulgar, ve abiertas ante él las puertas del gran mundo, del oro, del poder, de una sociedad y un género de vida deslumbradora y de un amor verdadero y bello, sobre el que pesa, empero, el pecado cometido, que acabará conduciéndole a la decisión de cometer un crimen liberador, del que no es, en puridad, autor material, pero que, en verdad, llevaba en el corazón. Un turbión de irresponsabilidad, egoísmo y cobardía es, pues, el que arrastra a ese hombre sin voluntad a la perdición irremediable, pero también a la convicciónpostrera de una culpabilidad cierta, qua no admite componendas de ningún género, como bien se ha comprendido en la cinta al llevar las cosas hasta sus últimas consecuencias, sin concesiones ni debilidades convencionales Un análisis a fondo de «Un lugar en el sol» nos llevará a descubrir en la película factores literarios esenciales muy conocidos y empleados en todas las épocas desde el desliz de juventud hasta el contraste de los mundos sociales, con los consiguientes fenómenos de atracción y repulsión implicados en este caso con lo amoroso. Sin embargo los aludidos factores depuran por completo de todo lastre de herencia para combinarse en la cinta con una intensa, poderosísima fuerza emocional, sugestiva y sentimental. No es posible sustraer el ánimo a ese tremendo trémulo drama de «Un lugar en el sol», proyectado con habilidad suma sobre evocaciones del bien perdido, sobre la angustiosa sombra que oscurece un idilio condenado a morir apenas comenzado, sobre la obsesión implacable del hombre que sabe perdido para siempre, por su sola culpa, el lugar en el sol que ambicionaba. Estas características de la película alcazan calidades. exquisitas gracias no ya a un guión magistral, del que mucho se puede aprender quien quiera hacerla, ni a una interpretación definitiva de Montgomery, el y Shelley Winters y la imponderablemente bella Elizabeth Taylor, afino a la dirección de George Stevens —el mismo de «Sueños de juventud» y de «Serenata nostálgica —, que ha sabido dar al prodigioso virtuosismo técnico de «Un lugar en el sol» los tibios. tensos latidos un suave y amargo lirismo, de una impalpable ternura melancólica de un conmovedor matiz de humanidad. Para ello se ha valido de unas creaciones ambientales cargadas de acentos psicológicos y de mil finísimos detalles desbordantes de poéticas intenciones. Para ello se ha valido de una música que, aqui se posa en el trasfondo de las situaciones para darlas todo su posible contenido de patetismo y de cordialidad, para subrayar los términos de cada situación y repetirse como se repiten los recuerdos del protagonista en las diestras y oportunas sobreimpresiones —tan tipicas del estilo de George Stevens— que imprimen a la cinta su inolvidable tono de poema dramático compuesto no con palabras, sino con imágenes, y estar, dotadas de esas dificiles virtudes cinematográficas que se llaman equilibrio, delicadeza, fluidez y unidad—H. SÁENZ GUERRERO

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Thanks for your comment, Paco Granados
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