The Night of the Iguana 1964 "LA NOCHE DE LA IGUANA"
La VANGUARDIA 16-12-64
El extraño y complicado mundo vital de Tennessee Willams ha sido llevado de nuevo a la pantalla. »La noche de la iguana» es una de las comedias más representativas de su producción de los últimos años. La película acusa a cien leguas su origen teatral. Hay una desbordante sobrecargado de diálogos. Los personajes hablan y hablan y las situaciones recuerdan igualmente el mecanismo escénico. Con todo, el film es apasionante Tennesscc Williams siempre hurga en cimas tan profundas, en tan abismales oscuridades, que la obra resulta de una sugestionante fuerza de atracción. No hay que decir —porque esta es la norma en Tennessec Williams— que los personajes son manicorniales y que sus problemas corresponden a su anormalidad física y psíquica. El protagonista es un pastor cpiscopaliano, el reverendo Shanon, acusado, no sin motivo, de fornicación y de escándalo público. Los otros personajes son otros casos clínicos. Veamos: una mujer sensual y primitiva, una «espiritada», casi funambulesca señorita, ya cerca de los cuarenta años, que vive en un estado de mustia y estéril castidad: un viejo poeta errante y mendicante ya en los umbrales de la muerte: una jovencita ninfómana, una cuarentona lesbiana... Lo que mueve el fondo de la acción de esta infra humanidad son los oscuros impulsos del sexo. Incluso la iluminada señorita, que interpreta Deborah Kerr, es un curioso caso de sexualidad frustrada. El escenario de la película es una zona lujuname de Méjico, en la lejana zona del Pacifico, pero la mayor paste de los personajes son norteamericanos y se encuentran ocasionalmente en la nación vecina. El realizador de la película ha cuidado mucho todo lo relativo a la localización de la acción dramática. Estos seres manicorniales parecen dar una mayor dimensión en aquel clima tropical, propenso a todos los desbordamientos sensuales. John Huston ha prestado también una gran atención a las reacciones de los personajes, todos ellos seres palpitantes, no obstante lo anormal de su psicología. Sorprende, e incluso irrita, que Tennessee Williams no haya imaginado ni una sola figura humana corriente y normal —si se exceptúa un chófer de autocar— para colocarlo como contraste a tantos seres desorbitados. El titulo del film posee el atractivo de lo misterioso, pero no deja de tener su explicación. La «iguana» es un gran lagarto de la selva tropical americana que los indígenas engordan para comérselo y «que sabe a pollo». Después de la noche, mellada de fantásticas peripecias, que es toda la película, una gran iguana, que esperaba ser sacrificada, «con la soga al cuello», es liberada. Más que una acción dramática, la película es un desfile de raros y complejos seres que se producen tal como corresponde a su psiquis desviada o enferma. Algunos personajes son de una gran fuerza emotiva. Sobre todo los que encaman las tres figuras estelares. La señorita mustia y melancólica, que encarna Deborah Kerr es de una sugestionarme densidad humana. La que anima Ava Gardner corresponde a la aspereza lujuriante del ambiente. En cuanto a Richard Burton, queda fuera de duda que es todo un caso clínico. A nuestro juicio, el gran actor realiza en este personaje una labor muy convincente. —A. MARTINEZ TOMAS.

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