I Want to Live! 1958 "QUIERO VIVIR"
Pocas veces se ha dado el caso de que una actriz ocupe con su trabajo todo un film, lo domine absolutamente y lo absorba hasta el punto que lo hace Susan Hayward en esta película. Sólo el recuerdo de la labor de Vivien Leigh en «Un tranvía llamado deseo» puede asemejarse, pero no hacerle sombra. El caso judicial de Bárbara Graham es uno de los más patéticos y apasionantes que registran los anales de la criminología americana. ¿Fue inocente del crimen que sé le imputaba y, por tanto, llevada a la. cámara de gas por la maquinación de unos malvados? La cinta sostiene esta tesis francamente, pero las cosas no debieron ser tan simples cuando todos los numerosos trámites de apelación le fueron denegados. En cualquier caso, culpable o inocente, esta historia inquietante y angustiosa la vemos revivir en la pantalla con todo lo que hay en ella de agrios y desazonastes contrastes, de violencia y de pasión. Naturalmente, que desde la butaca, con sólo los elementos de juicio que facilita la película, se hace dificil saber si la desgraciaba Bárbara Graham—un ser amoral, inestable y violento, en quien se daba la más revuelta mezcla de complejos— fue exactamente como nos la hace ver y sentir Susan Hayward. Para interpretar este papel, la gran actriz de Hollywood se documentó minuciosamente, según nuestras noticias. Su labor parece, en efecto, la consecuencia de un lúcido análisis psicológico y de una sólida preparación que pudiéramos llamar «biográfica». La compenetración entre la actriz y su ficción nos parece absoluta, y uno llega a pensar, gracias a la suasoria magia de su arte, que si la protagonista de «¡Quiero vivir!» no era así, debiera haberlo sido. Aparte la excepcional interpretación de Susan Hayward, que realiza no sólo el mejor papel de su carrera artística, sino una de las mejores creaciones femeninas de los últimos tiempos, «¡Quiero; vivir!» es una película de las que deja en el ánimo del espectador un impacto profundo, una huella que casi es una herida. Robert Wise es uno de los realizadores que no pierden el tiempo. La historia de Bárbara Graham nos atenaza desde las primeras secuencias y ya no nos deja. La presión va en argumento de un modo implacable, y uno llega a imaginarse inmerso en esta atmósfera alucinante y trémula que envuelve a Bárbara Graham en todo el film. Habilidosamente, Robert Wise establece aquí y allá leves períodos de respiro, ligeras distensiones que hacen la presión menos angustiante. Pero la primera parte de la cinta, en la cual la acción se precipita y dramatiza de modo acelerado, es de lo más fuerte, duro y cruel que ha producido el género. Más tarde, cuando ya la suerte de Bárbara está echada el ritmo de la cinta se hace más pausado, aunque siempre mantenga una presión tremenda. Es este estilo de relato, oscilante entre la crispación desesperada y lo patético, uno de los más destacados valores del film. Contar una historia con ese realismo descarnado, pero que no excluye el contorno humano de la narración, es un don que no pueden todos los realizadores en la persuasiva y eficiente medida de Robert Wise. Ya hemos dicho que Susan Hayward está sencillamente sorprendente La Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Hollywood le concedió por esta cinta un «Oscar». Pocas veces hemos visto un galardón que responda tan perfectamente a la justicia. El resto de los intérpretes se produce con la exactitud de ritmo y la eficacia narrativa que el realizador ha impuesto a cada uno.-A. MARTÍNEZ TOMAS

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Thanks for your comment, Paco Granados
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