miércoles, 3 de agosto de 2011

The Conqueror 1956 "EL CONQUISTADOR DE MONGOLIA"

The Conqueror 1956 "EL CONQUISTADOR DE MONGOLIA"


LA VANGUARDIA (7-4-1958) 
«El conquistador de Mongolia», la película que ha presentado el Windsor, es una reconstitución histórica concebida a la grandeza que imprimió el cine del tipo que el gran realizador Cecil B. de Mille. El director de «El conquistador de Mongolia», Dick Powell, antiguo actor cinematográfico, se nos revela en la cinta como el más aventajado discipulo de Mille, y como su posible sucesor. La película es especialmente meritoria por los cuantiosos elementos que se hacen intervenir en ella, por la grandiosidad con que han sido concebidos los escenarios naturales y el vibrante movimiento de las grandes masas de figurantes Para dar una idea de esta grandiosidad basta citar que interviene casi constantemente en la acción, mas o menos de quinientos o seiscientos jinetes que no cesan de acometerse, prepararse emboscadas, realizar ataques a campamentos, etcétera. El asunto del film, evoca los primeros tiempos del terrible conquistador Gengis Kanh, a quién en sus comienzos llamaban sus súbditos mongólicos Temajin. Por aquellos tiempos, allá por el año 12 de nuestra era, tártaros y mongoles se disputaban el dominio de las vastas tierras del desierto de Gobi, del cual habia de salir más tarde la guerra que se extendió como una marca de sangre, hasta la Europa septentrional. Estas luchas son llevadas a la pantalla de modo tan realista y vigorosa que el espectador no puede por menos que quedar prendido en su emoción, olvidándose, de lo que hay en ellas de convencional y artificioso. En contrapartida de los bellos aciertos cinematográficos que se nos ofrecen en la pantalla —las grandes cargas caballería, las galopadas frenéticas. por el desierto y la turbadora y atractiva belleza de Susan Hayward, en un papel que no carece de cierta seducción— la película se presta a importantes reparos en el aspecto artístico, geográfico e histórico. Lógicamente, sobre todo, resulta imposible que la gigantesca lucha entre tártaros y mongoles plantee en un espacio de pocos kilómetros, un espacio qué o juzgar por la rapidez con que lo recorren los caballos en unas pocas horas, no debe ser mas grande que el Valles Oriental. El atavio de Susan Hayward, acicalada, maquillada y vestida con trajes que parecen confeccionados en la Rué de Paix, resulta también un despropósito si se tiene en cuenta que la bella e insinuante actriz mejicana representa el papel de hija de un bárbaro jefe del desierto. Para la realización del film. el director ha podido disponer de tan excelente cuadro de intérpretes, circunstancia que presto a la cinta un gran relieve. El veterano Jonh Wayne, especializado en estos personajes rudos y ales, como Gengis Kanh, infundo a este personaje una gran fuerza expresiva Susan Hayward esta como siempre atractiva y picante, y el actor mejicano Pedro Almendaris compone un magnifico tipo de guerrero mongol. El cinemascope y el tecnicolor, contribuyen a realzar la grandiosidad del film, que, no obstante la reiteración de las luchas de caballeria que constituyen el «leit-motiv de la cinta, se sigue por los espectadores con atención muy viva- A. M. T. 




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