Waterloo Bridge 1940 "EL PUENTE DE WATERLOO"
LA VANGUARDIA (23-2-1944)
Bella e interesante ha de ser siempre la historia —tantas veces repetida, en la ficción de la pantalla y en la vida misma— del amor que lucha y está a punto de vencer, pero no vence; de ese amor que pudiendo y debiendo ser posible, cl destino lo va convirtiendo todos los dias en un poco más. imposible. Porque hay algo, hay un signo dolorido y fatalista que anula día tras dia, minuto tras minuto, los esfuerzos y las inquietudes de dos almas que anhelan, inútilmente, fundirse en una sola. Y ese algo, ese signo fatalista es cn la magnifica producción americana «El puente de Waterloo» el valladar, que en cienos momentos de la, vida es infranqueable, de la distinta y aun opuesta condición social que, al separar por su cuna de nacimiento a un hombre y a una mujer que hubieran debido seguir idéntica senda, abre un abismo entre ellos, que hará estériles todos sus afanes por superarlo y salvarlo. Tal es la tesis, no nueva, pero si. como antes hemos apuntado, siempre atrayente e interesante, que nos expone en su trama la cinta estrenada ayar en el Tivoli. Esta transcurre en, Inglaterra, durante la anterior guerra mundial, guerra que el director del film, Merlyn Le Roy deja traslucir discreta y oportunamente a través de la personalidad castrense del protagonista, un apuesto capitán inglés, cuyo aristócrata apellido no le impide enamorarse de una bella danzarina, a la que querrá hacer su esposa, pero que no podrá ver nunca convenido en realidad su noble propósito. La pelicula, que ha sido llevada a un ritmo ponderado, si bien un tanto premioso en sus rollos postreros, prolongado tal vez excesivamente alguna de sus mejor logradas escenas, aunque no por ello dejen de poseer una finisima calidad cinematográfica, encierra vatios momentos de bellisima emoción dramática, de sobria y exquisita puntación humana, que otorgan a su contenido anecdótico un interés y una valoración plenamente eficientes y satisfactorios. Y ahora un último elogio, merecidisimo, para la labor de sus principales intérpretes, que nos agasajan con una admirable lección de buen arte dramático, al vivir sus respectivos personajes con la intensidad y verismo qué sólo unas figuras de la talla de Vivien Leigh, tan exquisita, tan femenina, y Robert Taylor, correcto y sobrio, y Aubrcy Smith, actor magnifico, podían hacerlo y en verdad lo han sabido hacer. F. GONZÁLEZ SERRA

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