Days of Wine and Roses 1962 "DÍAS DE VINO Y ROSAS"
LA VANGUARDIA (21-11-1963)
Un viejo tema siempre es susceptible de un enfoque nuevo cuando interviene en la realización un gran artista. En «Días de vino y rosas» la prueba es concluyente: el viejo tema del alcoholismo, que ha dado ocasión a tantos film, algunos excelentes, se nos aparece revestido de inesperados y sorprendente y atractivos. En primer término, porque el planteamiento de la cinta se ha hecho empleando situaciones realmente originales y presentando tipos fuera de lo corriente. En segundo lugar, porque la interpretación de los dos grandes artistas que encabezan el repano alcanzan cimas de verismo y emoción dramática raramente igualables. Especialmente, la labor de Jack Lemmon, ese gran actor todavía poco conocido entre nosotros, es de las que gradarán en la historia del cine. Su excepcional creación de ese desdichado alcoholizado que lucha por redimirse, hasta que lo consigue, representa un esfuerzo artístico tan rico de matices e intuiciones que puede ser calificado de genial en riesgo de incurrir en exageración. La historia es de una apariencia sumamente sencilla y Blake Edwards la ha llevado a la pantalla sin retorcimientos ni extravios sensacionalistas. Y en esa sencillez, en esa claridad del planteamiento y en esa simplicidad del desarrollo, radica, a nuestro juicio, su belleza. Una joven pareja, que acaba de contraer matrimonio, adquiere la funesta costumbre de embriagarse. El varón, encargado de relaciones públicas de una gran empresa se ve en la obligación de organizar fiestas y recepciones que iban en orgias. (Esta parte del film viene a ser una critica del puritanismo hipócrita de ciertos tipos o grupos del capitalismo americano). Constreñido, en cierto modo, a beber y divertirse por obligación, el personaje arrastra inconscientemente a su joven esposa a seguir estos hábitos. Al cabo de unos años, el alcoholismo, ha hecho presa en ellos. Su vida pasa a ser un drama. Blake Edwards ha logrado describirnos, con un vigor magnifico, estas escalas, de la degradación que recorren habitualmente los alcohólicos, hasta llegar a la situación última: cuando ya, en plena irresponsabilidad, dejan de ser seres normales y entran de lleno en la animalidad, si es que no en la locura. Pero ha tenido la habilidad de no enfocado como un caso psiquiátrico, ni apenas psicológico sino sencillamente como un problema moral y volitivo. Sólo la voluntad y el amor a su pequeña hija salvarán del naufragio final al varón, tal vez porque es más fuerte o porque se ha dejado ayudar más sumisamente. La mujer, que fue a la degradación alcohólica sin desearla, no podrá en cambio resistirla. Aparte sus muy estimables valores formales,«Días de vino y rosas» encierra una cjemplarizante lección moral. Lee Remick «partenaire» de Jack Lemmon, realiza un esfuerzo artístico de acuerdo con su fama. Sin llegar a la cima de acierto de éste se comporta con una excepcional fuerza dramática y un sentido de la creación artistica espléndida.- A. MARTÍNEZ TOMAS

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