domingo, 31 de julio de 2011

A Streetcar Named Desire 1951 "UN TRANVÍA LLAMADO DESEO"

A Streetcar Named Desire 1951 "UN TRANVÍA LLAMADO DESEO"




LA VANGUARDIA (5-10-1956) 
Al fin llega a nuestras pantallas una de las películas más considerables de estos años, una película famosa desde el primer día por sus méritos cinernatográficos y por el prestigio universal de la obra de Tennavsee Williams cuya versión efectúa. En ambos aspectos justifica cuantas admiraciones haya podido suscitar. Como la realización cinematogifica. «Un tranvía llamado Deseo» es una pura maravilla de inteligencia y de sensibilidad Como adaptación de la pieza teatral, es un precioso ejemplo de fidelidad al espirita y a la letra de aquélla, la cual, sin perder nada de si misma. se transfigura en el film reverberando con mil insospechadas sugestiones. Aparte, claro está, el influjo ejercido en tal sentido por los intérpretes y la ambientación, lo verdaderamente decisivo corresponde al guión del propio Tennessee Williams y, sobre todo, a la dirección de Elia Kazan, a cuyo talento de primer creador cinematográfico de nuestros dias se debe la insistente y poderosa fuerza dramática de un relato visual con varios momentos rigurosamente sensacionales, cimas tanto más considerables cuanto emergen de un conjunto ya de por si a mucha altura. La tragedia de «Un tranvía llamado Deseo», donde se ensortijan violencia y poesía con toda la mágica fascinación propia del estilo del gran escritor norteamericano, ha quedado transcrita integramente en la película, en la que solo te observa la presencia de unos breves pasajes hablados que juegan al eufemismo en notoria contradicción con las imágenes y la misma substancia del conflicto. Aparto este pequeño detalle incidental, el tremendo destino de la protagonista vibra en la película con agudísima intensidad. Aquí, en todo caso, debemos abrir de par en par las puertas del elogio para rendirnos, una vez más y acaso con más motivos que nunca, al total prodigio de la interpretación de Vivien Leigh. Tierna, enloquecida, ilusionada, absorta, alucinada, sonriente o desencajada, su creación de Blanches DuBois es impresionante e inolvidable. En su expresión, en su mirada, en su rostro sc acumulan los sentimientos y las reacciones en matizaciones v transiciones de una riqueza increíble. Pese a los aciertos sin desfallecimiento de Marlón Brando. Kim Huntér y Karl Malden — los tres grandes personajes del film — es Vivien Leigh la que derrama más deslumbrante luz y la que proporciona a la vertiente humana de «Un tranvia llamado Deseo» su más profundo, amargo y exquisito contenido. La ambientación, sobre unos decorados que merecieron un «Oscar» de la Academia, entre los vatios recibidos por la película, es otra maravilla de exactitud y penetración, como lo es la música de Alex North, determinante de atmósferas y climas dramáticos del más absoluto poder insinuante o simplemente descriptiva. El doblaje merece también, técnica y literariamente, la mejor calificación, excepto únicamente en las resonancias del último rollo, brevisimas por toma. Por todo ello, es decir, por la soberana calidad de los diversos elementos actuantes en «Un tranvía llamado Deseo», puede hablarse de una película de excepción, con seguridad un clásico para la historia del cine.- H. SÁENZ GUERRERO. 




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