Wuthering Heights 1939 "CUMBRES BORRASCOSAS"
LA VANGUARDIA (14-10-1944)
Es muy probable que muchos de nuestros lectores, hayan leido la novela de Emily Brontc, de la que ha nacido la película con igual titulo. Por ello, casi parece obligado el referirse, aunque siquiera sea escuetamente, a las variaciones que al argumento sc han impreso, en la versión cinematográfica de «Cumbres Borrascosas», uno de los más populares libros de nuestro tiempo. Por regla general —recordemos «Volvieron las lluvias» y «El libro de la selva» las peliculas son casi siempre inferiores al original literario, pero el caso de «Cumbres Borrascosa» es de una especial peculiaridad, y a los conocedores del libro, sabemos advertir que la cinta supera, en determinados aspectos, a la novela desligándose de lo que plásticamente representado podría incluso repugnar, la verdad es que las páginas de aquélla nos hablan de tipos tan sombríos y de una catadura tan completamente patológica, que entendemos que el film, al no recogerlos, dulcificando con leves pinceladas de humanidad, la prosa arisca de Bronte, actúa con excelente acierto si tenemos en cuenta que el cine, tal vez sobre todo es un arte de multitudes. De todos modos, que nadie espere ver una película amable la terrible historia de rencor y resentimiento del protagonista, no se presta a rosadas concepciones; pero con cuánta habilidad y discreción ha ido vertiendo William Wyler en los personajes una luz de sentimiento y un latido de cordialidad, haciendo un poco más humana su descarnada presencia, ayudado con la música de fondo que alcanza la categoría de un personaje. Mas unas veces tierno y otras áspero y hostil. Ya desde las primeras escenas la cinta se apodera por completo del interés del público, sus situaciones, crudamente realistas, y sus figuras. casi obsesionantes aureoladas de un leve romanticismo punzan en la sensibilidad del público con irresistible pulsación. Todo se une a las mil maravillas para el trágico relato de odio y amor cuyo símbolo es ese, el gitano de «Wutheririg lieights», que tan impresionantemente nos refleja Laurence Olivier, y que ve estrujado su corazón por un terrible afán de venganza que el destino se encarga de que alcance también a lo único o que en su alma mantenía apartada de su rencor. Poco a poco van surgiendo los personajes— Cathy Hindley, Edgard, Isabelle — y van apoderándose de nosotros, captando por completo nuestra atención con sus reacciones vibrantes de todas las pasiones. Y como fondo, plenamente logrado, unas veces los lujosos salones, otras el ambiente casi demoníacos de «Cumbres Borrascosas» y las demás los salvajes roquizales, testigos de los más simpáticos momentos del film «leit-motiv», de todo él. El patetismo da la narración culminan en sus últimos momentos, luego la vieja Ellen aseaba su historia y queda flotando, incluso sobre nosotros una indefinible sensación de pena por aquel infortunado amor que no pudo vencer al odio, pero venció a la muerte. Superando a todos los demás, destaca la magnífica labor de Laurence Olivier, sencillamente perfecto en su dificil papel, hosco e ingrato, al que da una expresión intensísima de verdad. A su lado Mete Oberon supera, a nuestro modo de ver, sus anteriores creaciones, y dándole justa réplica Geraldine Fitzgerald, sencillamente magistral, con indiscutible calidad de primera figura. David Niven, como siempre, correcto y convincente. El resto del reparto magnifico, dé acuerdo con la excepcional calidad del film, de una intensidad dramática pocas veces superada.—H. SÁENZ GUERRERO.

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