Tiger Bay 1959 "LA BAHÍA DEL TIGRE"
LA VANGUARDIA (14.1960)
«La bahía, del Tigre», en el industrioso puerto inglés de Cardiff, no es otra cosa que un Lurio que circunda a la babia de tal nombre y en el que se amalgaman gentes de todo el mundo y de todas las razas. Fuera de esta función de situar la acción y dar titulo — sonoro titulo — a la obra, tal enunciado no tiene mayor trascendencia, ni otra significación. Allí, en esa especie de «barrio chino», se produce un crimen pasional. Un crimen que, aprovechando la intemacionalidad del puerto. ocurre entre una pareja polaca. El espectador no se entera del unible insulto que hace que un hombre mate a su novia, pues la discusión entre ambos se desarrolla en polaco, pero por el tono, se adviene que fue algo muy fuerte. Y este convencimiento va creciendo y afianzándose en el ánimo del público a la voz que el director, Lee Thompson, se complace en presentamos al homicida como un bonísimo muchacho. En efecto, Thompson consigue que, insensiblemente, cambien nuestros más profundos sentimientos vindicativos, y que terminemos deseándole la salvación y que Dios nos perdone, facilitarle la huida. Este cometido de hombre acosado por la fatalidad y perseguido por la ley, lo interpreta en forma muy convincente el actor alemán Horst Buchholz, quien nos da una versión realista, de un patetismo impresionante de un hombre honrado, a quién en un momento de locura llevó a la situación de fugitivo. La mirada. en la que se pinta el tenor, la alegría, el alivio, o la expresión huidiza, que es la que debe sostener casi a lo largo de todo el film, es su más admirable. En la trama, presentada y urdida en forma inteligente toma parte el gran actor inglés John Mills, en la encarnación del inspector de policía que debe capturar al asesino. Pero, sorprendentemente, se adueña de la acción. la domina y se convierte en el eje en tomo al que gira todo el film, una niña, Hayley, la hija de John Milis. Da la sensación de que la pequeña tenia un cometido breve en el film, pero que al comprobar sus excelentes cualidades interpretativos se varió totalmente el guión y la niña se convirtió en la estrella principal. El experimento no podía hallado resultados más afortunados. El «suspense», las incidencias de la acción, la excelente fotografía—de sombrios tonos, como corresponde al clima y al ambiente en que discurre el film—, la habilidad de los intérpretes mayores, todo queda eclipsado ante la gracia alada, las originales travesuras, la tierna y emotiva actuación, profunda y desenvuelta al mismo tiempo, de esta tierna criatura, digna hija del gran actor inglés y que, de seguir asi, se convertirá en su mayor rival. — César MORA.

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