Vera Cruz 1954 "VERA CRUZ"
LA VANGUARDIA (13.9.1955)
Si alguien legó en la materia, deseara enterarse de lo que quiere decir «acción cinematográfica» se le podria remitir a «Vera Cruz» para que en ella encontrara la mejor definición. En «Vera Cruz» hallarla, en efecto, cuanto el cinema norteamericano ha ido empleando al correr de los años hasta obtener las qui ntaesencias de un género que tiene de antemano, y desde siempre ganadas todas las bazas. En «Vera Cruz» descubriría aquel hipócrita dificil lego a que hemos aludido, no sólo la formidable perfección técnica de un cinc capaz dc realizar todas las fantasías, sino también esa larga serie de recursos novelescos que, pese a haber sido utilizados incontables veces, continúan en pleno ejercicio de sus potencias, y acaso vislumbrada también el secreto que permite fascinar literalmente a los públicos mediante unos relatos en cuyas entrañas tan sólo alienta la presencia, idéntica siempre, de un gran tópico fecundo e inagotable. «Vera Cruz» es, pues, admirable por lo que representa de sublimación de todo estilo de hacer cine, tan ingenuo como se quiera, pero dotado de la gracia portentosa de un movimiento vital incesante, auténtica e intransferiblemente cinematográfico. Rodada en Méjico, en una tierra cuyos paisajes refleja la pantalla con acierto definitivo, «Vera Cruz» sabe muy bien cómo combinar antiguas fórmulas para crear emociones de nueva apariencia. No otra cosa es la que se obtiene al contar las, aventuras de una pareja de norteamericanos, residuo diverso de la Guerra de Secesión, contratados como mercenarios por el infeliz emperador Maximiliano para garantizar el éxito de una raza y peligrosa misión: La de llevar un tesoro a Veracruz, a través de un territorio erizado de patriotas juaristas. Casi no será necesario decir que la presencia de ambos individuos. y sus partidarios compañeros en el palacio imperial, da motivo a unas escenas de sabidísimo color grotesco, con las cuales Hollywood reincide en las debilidades que le son más caras. Ahora bien, en cuanto se dejan atrás tales episodios la pelicula navega viento en popa en una apasionante trepidación de lances descritos con prodigiosa espectacularidad, con un ritmo violento y abrupto que tiene en el tecnicolor un excelente aliado, como lo tiene, y el mejor de todos, en la interpretación de Gary Cooper y Burt Larcaster, en dos tipos opuestos—el caballero del Sur desterrado por la derrota y el «yankee» elemental—, de perfiles rotundos que ambos encaman a las mil maravillas. Denise Darcel, César Romero y nuestra, encantadora compatriota Sara Montiel— nombres de un reparto extensisimo— desempeñan personajes de segunda fila, situación secundaria impuesta por la absorbente presencia de aquellos actores, en cuyas figuras y acciones apoya «Vera Cruz» buena parte de su novelesco peso. — N. SÁENZ GUERRERO.

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