domingo, 31 de julio de 2011

Bathing Beauty (1944) ESCUELA DE SIRENAS


Bathing Beauty (1944) ESCUELA DE SIRENAS



LA VANGUARDIA (19-5-1958) 
Como un prestidigitador de la cámara, George Sidney, jinete en su sillón del «Travedling», se ha paseado a placer por unos escenarios de impresionantes dimensiones para ofrecer en «Escuela de sirenas» un curso completo, a quienes se sientan aprendices, de cómo se debe «limar». En cuanto a la producción técnica de la cinta reseñada, cl movimiento de la cámara y la exacta sincronización con que el «play back»—casi continuo— se ha realizado, son las notas más relevantes. Y dichas cualidades, en una cinta de tipo en la que los conjuntos, por repetir con gran frecuencia su actuación, deben ser «tomados» en planas distintos y perseguidos desde todos los ángulos imaginables, pesan mucho cn la balanza del éxito, pues aunque buena parte del público no entienda de tecnicismos cinematográficos, se encuentra inconscientemente interesado por una velocidad y variación con que, gracias a aquéllas, la acción se le presenta. Una endeble trama argumcntal—no vamos a buscar tres pies al gato cn la temática de las revistas sirve para que la gentil Esther Williams y las no menos hermosas muchachas de conjunto, desarrollen unas perfectas danzas en el agua y Red Skelton ponga en juego sus dotes de actor cómico en escenas que, si no originales, superan en interpretación a los que han sido cortadas. Basil Rathbone, en un papel anodino, pasa por la pantalla sin pena ni gloria, esta vez. La bellísima Lina Ramay nos brinda unos minutos de recreo estético. Harry Janes y Xavier Cugat, con sus respectivas orquestas, tienen a su cargo, la parte musical, que llevan a muy feliz término con unas interpretaciones que— dentro de su género naturalmente— pueden calificarse de notabilisimas. La dirección, perfecta. Y el tecnicolor norteamericano sigue sin convencernos. —F. VILA SAN-JUAN. 




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