From Here to Eternity 1953 "DE AQUÍ A LA ETERNIDAD"
LA VANGUARDIA (1-14-1954)
Han tenido que pasar quince años para que una película obtuviera en la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Hollywood un triunfo tan rotundo como el de «Lo que el viento sc llevó). Tal acontecimiento ocurrió hace pocas semanas con «De aquí a la eternidad», a la que se adjudicaron nada menos que ocho «Oscar», y, ante circunstancia tan excepcional, vale la pena sentar la afirmación previa de que si esta producción no tiene el volumen monumental de aquélla, posee, en cambio, unos valores muy concretos e indudables que, independientemente de la resonancia que hallen en nuestro público. merecen las recompensas atribuidas y la admiración plena de quienes aún se preocupan por un cinc que sea o quiera ser algo superior a un vulgar espectáculo más o menos entretenido. La impresión más duradera que «De aqui a la eternidad» deja en el espectador sensible es, precisamente, la de una perfección dificilmente superable. Perfección en el magistral cálculo narrativo del guión, en la labor directora de Fred Zinnemann, que ha orillado cualquier influjo cerebral o de elaboración expresiva para construir una obra de auténtica firmeza clásica; perfección también cn la actuación de unos comediantes que superan sus propias posibilidades, como sucede con ese pasmoso Frank Sinatra que no tiene necesidad de cantar para descubrir su ignorada fibra dé actor, e incluso con Burl Lancaster, en quien administra flexibilidad inédita en él, por no referirnos ya a los méritos conocidos y confirmados una vez más de Montgomery Clifi, de Donna Reed y de Deborah Kerr. Perfección asimismo por último, en la fotografia, en el montaje, en la música y en la adición de un doblaje excelente, Tal cúmulo de aciertos, que pudiéramos denominar formales, serian cosa de relativa trascendencia si no les animara con tremendo creciente vigor un asunto valentisimo y de un sentido humano y una intensidad patética extraordinarias. Uno comprende muy bien la sensación que la novela de James Jones y después la película basada en ella produjeron en los Estados Unidos, porque aquí también se ha de sentir el público conmocionado, no ya por la descripción del brutal régimen cuartelero que sirve de fondo y ahunque a la acción, sino por la estremecedora, palpitante autenticidad humana de los personajes y de sus dramas, presentados sin ninguna clase de excesos trágicos, sino más bien con una ponderada sencillez y contención de la que surge toda su arrolladora poema emotiva. Ejemplos de este virtud podrían ser la inolvidable secuencia del toque de silencio por el compañero muerto y la de la lucha a muerte en el callejón, momentos especialmente insignes de este film, que, a nuestro juicio, solamente cn un caso pierde fugazmente el de sudesarrollo cuando «Angelo Maggio» encuentra, moribundo, a sus compañeros, en un verdadero exceso de casualidad. Esta concesión, empero es minima, pronto se olvida en ir aceleración trágica que sigue, combinada paralelamente con la angustia personal de los protagonistas y el bombardeo de la Bahía de las Perlas, catalizador del patriotismo y del ideal sentido del deber que renueva la existencia del cuartel de Honolulu con un signo distinto y empuja al infortunado «Prewitt» a su último destino. — H. S. G.

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